1.- His Banana
A mi nuevo jefe le gustan las reglas, pero hay una que nadie se atreve a romper. Tocarle la banana. En serio. El tío es un adicto al potasio o algo. Si nos ponemos tiquismiquis, la verdad es que me la metí en la boca. Y la mordisqueé... Incluso me la tragué.
Lo sé. Soy una chica mala, malísima. Y luego lo vi, y te lo creas o no, atragantarte con la banana de un tío no es la mejor manera de causar una buena impresión. Debería retroceder un poco en el tiempo. Antes de tocar siquiera la banana de un multimillonario, me asignaron mi primer artículo como periodista empresarial. No era el típico artículo de relleno que siempre me endosaban. No iba a entrevistar a un basurero sobre sus rutas preferidas ni a escribir un artículo que contara que recoger las cacas de los perros de los jardines de los demás sería el próximo bombazo.
No. De eso nada, monada. Era mi gran oportunidad. Por fin podría demostrar que no era un desastre con patas, torpe y balbuceante. Me iba a infiltrar en Galleon Enterprises para investigar las sospechas de corrupción. Dentro música de James Bond. Podía hacerlo. Solo tenía que conseguir el puesto de trabajadora en prácticas y bordar la entrevista con Bruce Chamberson.
Lo mismo daba que pareciera una estatua sacada de las fantasías y deseos de cualquier mujer, con ese «no sé qué» que lleva a algunos hombres a cuestionarse su propia sexualidad. Necesitaba el puesto. Nada de accidentes. Nada de desastres. Nada de torpezas. Solo tenía que mantener el tipo durante menos de una hora.
Demos un salto hacia delante para llegar al momento previo a la entrevista y me verás en la sala de descanso, banana en la mano. Una banana que, literalmente, tenía su nombre escrito con un rotulador permanente negro. Al cabo de unos segundos, entró él y me pilló con las manos en la banana. Al cabo de unos segundos más, me contrató.
Ya, lo sé. A mí tampoco me pareció que fuera una buena señal.
2.- Her Cherry
William.
¿Cómo la conocí? Bueno, un caballero nunca alardea. Afortunadamente, no soy un caballero. Primero, pagué por su cereza (me refiero a su pastel, pero ese no es el punto).
Luego, la desfloré ¿Después de eso? Dejé mi tarjeta de presentación y me fui como si fuera el dueño del lugar. Sí, se podría decir que nos llevamos bien.
Hailey.
¿Cómo conocí a William? Entró en mi panadería, compró un pastel de cereza, robó un jarrón de flores, todavía no tengo idea de lo que quería con ellas, y dejó su tarjeta de visita. Antes de decir lo que hice con la tarjeta de visita, debo aclarar algo: William no podría haber entrado en mi vida en peor momento. Mi panadería estaba en quiebra. Mi espeluznante ex se negaba a dejarme tranquila.
Oh, y yo era una virgen de veinticinco años, un hecho por el que mis amigos se negaban a dejar de molestarme. Arreglar mi pequeño problema de virginidad con William sería como golpear una mosca con un martillo. Exagerada, pero de la mejor clase. William era estúpido sexy, el tipo que hace que las mujeres hagan cosas estúpidas.
El que me hacía pensar cosas locas. Como pensar que a la mosca no le importaría que William y sus abdominales la aplastaran. Ya somos dos. Así que lo llamé. Tal vez fuera en contra de mi buen juicio. Tal vez me estaba metiendo en un desastre esperando a que ocurriera. Sabía que estaba en problemas cuando se rió con esa voz profunda y sexy que tenía por teléfono y dijo: Todavía tengo antojo de tu cereza. ¿Realizáis entregas?
3.- His Treat
Tener un jefe sexy no es complicado ni confuso en absoluto. Dijo nadie nunca...
Pero todo lo que tengo que hacer es resistir unos meses. En enero volaré a París para perseguir mi sueño de ser artista. Lástima que no pueda tener mi trato y comérmelo también. He olvidado mencionar que...
Mi sexy jefe también era mi flechazo de secundaria. Más o menos. Primero quería llenarlo de pegajoso afecto. Al final sólo quería aplastarlo. Ahora está de vuelta, y es como si tuviera impreso en el pecho “no tocar”.
Una pequeña pregunta: ¿contaría si no usara mis manos? Déjame responder a mi propia pregunta. Sí, Emily, eres una perra rabiosa, y eso cuenta. Además, mi sueño prácticamente me está esperando como un pequeño y brillante paquete perfectamente envuelto si puedo comportarme. Sería una completa idiota si lo arriesgara, y tengo una larga y orgullosa historia de no ser una idiota a la que proteger.
A menos que sea como cuando te va muy bien en clase todo el semestre y te puedes dar el lujo de suspender un examen al final. Tres meses es mucho tiempo, y si él es el que me da la “F” grande, gorda y sucia, añade una pequeña dosis de tentación a la ecuación. Pero todo lo que tengo que hacer es un trabajo rápido para él.
Algunos carteles y algunos accesorios para una gran fiesta de Halloween que él está organizando. Luego me alejo de sus ojos de ensueño y de su perfecto cuerpo, tomo un avión y me olvido de todos los niños hermosos que podríamos haber metido dentro de nuestra valla blanca de madera.
4.- His Package
Normalmente no me gusta mucho la gente. Prefiero los gatos. Pero mi vecino no es como todos los demás. Vive en el apartamento enfrente del mío, y es el típico chico de zapatos caros y atados que huele como un anuncio de Calvin Klein.
El clásico tipo con todo bajo control. Es el Sr. Perfecto, y creo que debería rebajarse al nivel de los mortales comunes por un momento. Pero entonces algo suyo terminó en mi buzón. Lo sé. Es ridículo. Esto es claramente una estrategia para ligar conmigo.
El cartero lo puso ahí, pero sé a qué clase de juego está jugando. No voy a dejar que un tipo como ese me engañe. El problema es que cuando el paquete se abrió (por error, claro) no tuve elección: tenía que mirar dentro.
Su sucio secreto me miraba fijamente a la cara.
Aparentemente el Sr. Perfecto no es tan perfecto. ¿Quién lo hubiera adivinado? Bueno, yo lo hice. Y tengo la intención de disfrutar cada segundo de ello.
5.- Her Secret
Lo admito. Me equivoqué.
Error #1: Pedirle a Peter Barnidge un trabajo.
Error #2: Aceptar su oferta en lugar tirársela en la cara como había planeado.
Error #3: En pro de detenerme antes del #99, fingiré que el único otro error fue ocultar una pequeña parte de verdad durante mi entrevista.
Peter Barnidge... ¿Por dónde empiezo? Después de mi primer día de trabajo con el Sr. Superestrella de los Bestsellers Internacionales, su nombre se convirtió en mi sustituto favorito para los niños. ¿Golpearse el dedo del pie? ¡Peter Barnidge! ¿La cuenta bancaria está en números rojos? ¡Hijo de un Barnidge! ¿Y cuando me di cuenta de que me estaba enamorando de mi jefe? Bueno, ¿qué Barnidge?
Ojalá fuera más fácil odiarle sin más, en lugar de la retorcida y confusa mezcla de odio y atracción que siento. Pero él es el tipo de atractivo malo. Oscuro con un lado de calor ardiente. El tipo de calor que me hace querer hacer esa cosa de la cruz católica cada vez que lo miro, porque una mirada lleva mi cerebro directamente a un mundo de pecado. Hablando de pecado...
También mentí un poco durante mi entrevista. Pero soy una madre soltera y haría cualquier cosa para mantener a mi hija, incluso si eso significara guardar un pequeño secreto. Por desgracia, incluso los pequeños secretos tienen una forma de crecer con el tiempo.
Creo que es sólo cuestión de tiempo antes de que lo descubra, y de alguna manera, no creo que vaya a ser feliz cuando lo haga.
Grax a LPL
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡BIENVENIDOS DE NUEVO AL CLUB DEL ATAÚD!
*NO ENVIAMOS LIBROS POR CORREO
*NO DAMOS FECHAS DE PUBLICACIÓN
*POR FAVOR RECUERDA DEJAR MENSAJES RESPETUOSOS EN EL BLOG
*VE A LA PESTAÑA SUPERIOR QUE DICE ATAÚD CON REGALOS PARA ACCEDER A LOS ARCHIVOS